miércoles, 15 de agosto de 2018

Writing about writing: The only thing I can do right (Can I?)

It's been like thousand years since I wrote the last entry on this Blog. It was coincidentally an entry about good writing and talented writing. Translating that article by Maria Popova enlighted me about something that I've never felt as impossible till then: Talented writing is for a few. 

I'm not saying I'm just unable to do any kind of writing, or that all my writing is, as Samuel Delany said, are plain and meaningless. But I do say that producing those vivid and meaning and beautiful texts costs me definitely more that it should, and that despite I write following all these lovely grammar rules, any of my text will never be as brilliant and memorable as I'd like. 

I enjoy writing, though, and this has not prevented me from continue writing, on my mother language, some bad poetry and a few short fiction that one day I’ll be bold enough to let them see the light (either the critic’s light or the fire's light, it doesn’t really matter which one). However, on the professional environment, and more specially, when it comes to academic English writing, (let’s just say, English writing) I do feel hopeless. 

At this time, as a Professional on Modern Languages, I'm going through a really unbearable situation: I can't reach a proficiency level in any of the learnt languages at university. I'm not sure about the trouble, what's is wrong in my mind or what I did inappropriately during my learning process, but the true be said: I'm still struggling with grammar and syntaxes issues that by now should be solved for sure. 

This added to my lack of self-confidence, has caused me major difficulties on my professional improvement, and I'm starting feeling stuck. 

Per a friend's advise, I've got enrolled on this virtual course aimed to improve English grammar handling, and logically, the first assignment was to construct a 300 word text related to our writing process and our learning process. Easy, as,per this entry title, it seems that writing about writing has become part of my teaching job on a school, and I've discover that I truly love it. But the thing is that all that process has been carried out on my mother language, Spanish.

Therefore today I’ve got nothing different to say that I’m just learning how to write in English. While I can perform a high skilled writing (about writing, of course) on Spanish, in English I’m still struggling with certain issues that prevent any progress towards my goal. At this time, I really feel that I’ll be unable to attend any class or lecture, or participate any other kind of academic environment whose main language is English. And, guess what? That´s my following step on my career. 

I truly expect to improve this situation, and this, my inexistent readers, is my first step.

viernes, 14 de febrero de 2014

Escribir bien vs. Escribir con Talento.

Por Maria Popova


Los secretos de la buena escritura han sido discutidos una y otra y otra vez. Pero la “buena escritura” puede ser, después de todo, el ideal equivocado. En "Acerca de la Escritura: Siete Ensayos, Cuatro Cartas y Cinco Entrevistas" (Biblioteca Pública), el celebrado autor y crítico literario Samuel Delany – quién, en una faceta simple y fascinante en 1972, redactó la controversial “Liberación de la Mujer, asunto de La Mujer Maravilla – sintetiza sus más valiosas ideas obtenidas de sus treinta y cinco años de enseñanza en escrituras creativas, un excelente agregado para los “Consejos de amados escritores para escribir”. Una de sus observaciones claves es la diferencia crucial entre “escribir bien” y “escritura talentosa”; el primero es en gran parte producto de la técnica (y sabemos por H.P. Lovercraft que “Ningún aspirante a escritor debe contentarse a sí mismo con una mera adquisición de reglas técnicas); la otra es un asunto de sensibilidad lingüística y estética:

Aunque tiene cosas en común, la buena escritura y la escritura talentosa no son lo mismo. […]
Si comienzas con una historia confusa, poco clara y torpemente escrita y le aplicas las reglas de la buena escritura, probablemente puedas convertirla en una historia simple, lógica, escrita con claridad. Aún no será buena. La mayor falla del ochenta y cinco al noventa y cinco por ciento de toda historia es que es banal y tonta.

Ahora, las historias viejas pueden ser siempre contadas en un nuevo lenguaje. Puedes incluso agregarles nuevos caracteres; puedes usarlos para representar nuevas ideas. Pero eventualmente incluso el nuevo lenguaje, los nuevos caracteres e ideas pierden su habilidad para estimular.
Ya sea en contenido o en estilo, en materia o en enfoque retórico, un relato que se parece demasiado a otro relato es malo por definición. Sin embargo, por paradójico que suene, la buena escritura como conjunto de restricciones (esto es, cuando la escritura es buena y nada más) produce en su mayoría malos relatos. En un nivel u otro, la realización de esto es lo que finalmente aleja a la mayoría de los escritores de la escritura.
La escritura talentosa es, sin embargo, algo más. Necesitas talento para escribir un relato.
La buena escritura es clara. La escritura talentosa es enérgica. La buena escritura evita errores. La escritura talentosa hace que en la mente del lector pasen cosas – vívidamente, contundentemente – que la buena escritura, que se detiene con claridad y lógica, no hace.

Virginia Wolf sabía que la sutileza era la llave para la destreza cuando aconsejó que "tenemos que permitir que los significados encubiertos permanezcan encubiertos, sugeridos, no manifiestos." "Todos los malos escritores están enamorados de los épicos", advirtió Hemingway. El escritor talentoso, nos recuerda Delany, es un maestro de la inducción, sugiriendo lo general a través del despliegue habilidoso de lo específico, y produciendo en el proceso un efecto aún más dramático de lo que la grandilocuencia de las declaraciones radicales jamás podría ser:

El escritor talentoso a menudo usa lo específico y evita generalidades – generalidades que sus especificidades sugieren. Debido a que se sugieren, en vez de ser manifiestas, podrían registrarse en el lector mucho más contundentemente que si estas fueran articuladas. Usar específicos para insinuar generalidades – bien sean emociones generales que todos conocemos o ideas que hemos sentido vagamente – es una escritura dramática. Una posición más compleja que exige igual talento requiere que el escritor ajuste cuidadosamente generalidades por una o cinco páginas, seguidas de una especificidad que hace que las generalidades se sinceren y  asuman una nueva resonancia. … Ciertamente podría ser llamado lo opuesto de escritura “dramática”, pero puede ser simplemente tan fuerte – sino, en algunas ocasiones, más fuerte.

“Las palabras tienen su propio tesón,” reflejó Susan Sontag en su diario. “Usa la palabra apropiada, no su prima segunda,” aconsejó Mark Twain, pero la buena escritura no es una mera cuestión de precisión. Como E.B. White nos recordó, “Escribir no es un ejercicio escisión, es un viaje dentro del sonido.” Delany asoció dualmente estos requerimientos de precisión y elocuencia, con precisión y elocuencia:

El escritor talentoso a menudo usa interesantes frases retóricas, musicales o líricas que son más breves que la forma ordinaria de decir “la misma cosa”.

El escritor talentoso puede detonar, al igual que con un microscopio verbal, alguna sensación o acción fugaz, desentrañar conocimientos y describir sensaciones ocultas que todos reconocemos, aun incluso si rara vez la hemos considerado antes; es decir, él o ella las describe con mayor detalle y dice más sobre ellas que otros escritores.
En frases complejas con múltiples oraciones que relatan formas complejas, el escritor talentoso organizará todas estas oraciones en el orden cronológico en el que el referente suceda, pese a la relación lógica que la gramática impone.

De hecho, la verdadera fuerza de la “escritura talentosa”, sugiere Delany,  yace en su habilidad para reducir sutilmente la ya toda consumiente sensación en un enormemente eficiente paquete de información. De muchas formas, el escritor talentoso posee las mismas cualidades que Wordsworth atribuye al poeta, cuando lo describe como “alguien dotado con una sensibilidad más vívida, más entusiasmo y más ternura, que tiene un gran conocimiento de la naturaleza humana y un alma más comprehensiva, que se supone común entre los hombres.” Delany concluye:

La escritura talentosa tiende a contener más información, frase por frase, oración por oración, que la mera buena escritura… También emplea paralelismos y diferencias retóricas… presta atención al sonido y al ritmo de sus frases… Mucha de la información que ofrece es implícita… Estos son algunos de los indicadores de talento. 

sábado, 31 de marzo de 2012

Por ejemplo

"Siempre idealizamos lo que no conocemos. Y lo hacemos como un acto reflejo al no tener referencias de lo que estamos viendo, sintiendo y oliendo por primera vez... Pero al acabarse la expectativa, viene la realidad y está en uno - y en el otro, claro está- seguir con los imaginarios o mostrarnos como somos. En este caso invito a desnudarnos de nuestros propios disfraces y tomar el sol de una verdad relativa." Kia

Después de pasar por la enajenación que más dentro me ha calado, he retornado poco a poco a mí. Luego de permitirme soñar durante mucho tiempo con la que me apreció la etérea complacencia de tener su cabello entre mis dedos, hoy retorno a mi quid solitario y monótono. Y vuelvo a jugar, a experimentar, para matar esta rutina terrible de la que no tengo ni tendré escapatoria nunca.

Durante el tiempo que se le dio la gana estar conmigo (pero no lo digo con rencor, sino para significar la vehemencia que esa voluntad debe expresar, que me significó), ella fue más que suficiente para distraerme, para llenar de color, ternura y alegría mis días. Por lo tanto, los experimentos se extinguieron y fueron relegados a segundo plano. Pero ahora que la costumbre y el sin sabor de los días regresan, retornan también las actividades inocentes que como juegos introduzco a mis días, aquellos juegos destinados a aprender cosas nimias y sin importancia de los seres humanos que me rodean, a divertirme con mis descubrimientos estúpidos, a estudiar las reacciones de personas que, como yo, también se encuentran inmersas en una atadura sin sentido y consumista, de la cual no pueden y de la que a diferencia mía, no quieren escapar.

Volví a dispararles a los peatones con mi mano, a ladrarle a la gente, a saludar a los transeúntes. A cantar con vozarrón “Ciudad de Pobres Corazones”. A reírme sola en las esquinas. Y mientras realizaba mis infantiles pruebas, pensaba constantemente la forma de entender cómo pudo ser que todo ese dolor se introdujera en mí por la ausencia de una persona, que al haber tomado un poco de perspectiva ya no me pareció ni tan maravillosa ni tan espectacular como desde el principio la percibí. No comprendía el porqué de que su caos me llenara tanto, porqué me sedujo de esa forma casi mortal y perniciosa. Porqué a pesar de querer cargar todo el peso de su destrucción, no pude más que convertirme en un atlas escuálido y débil que no tuvo más remedio que descargar el mundo que se cernía sobre su existencia y ver de lejos como se extinguía todo el fuego que lo atrajo.

Las respuestas iniciales fueron las obvias. “Es natural que un espectáculo pirotécnico nos sobrepase, nos distraiga, nos seduzca” Me dije. “el FUEGO atrae, naturalmente.” Pero casi aleatoriamente me di cuenta de no era el fuego mismo que con su espectáculo que me atraía. Había más, me seducía libremente con el espectáculo, pero no por el espectáculo mismo, sino por la posibilidad de ser yo la causante del fuego, del caos, del desastre.

Entonces, en medio de mis dudas sobre mi misma, apareció ella, nueva.

Inasible es el adjetivo que más me han adjudicado en mi vida, y para esta nueva persona no fue la excepción. Su aliento lleno de rumores de vodka, otorgando verdad no concedida a sus palabras, me confirmó que yo también tenía este calificativo en su memoria. Que su mente también me concebía como algo intangible, inmaterial, un cuerpo que no podía contener todo el ideal que de mí se había forjado. Y no porque fuera sólo algo platónico, sino porque era un imposible que se hacia real a sus manos, a sus labios. Después de tanto negar la posibilidad de ofrecerle mi piel, decidí que era lo mínimo que podía hacer, luego de que hiciera tantas cosas por soportarme, ya que mis estructuras parecían insuficientes para sostenerme mientras el dolor naciente de la partida de aquel sueño que llamé relación parecía destruirme y reducirme.

Apareció ella para levantarme con cuidado. Apareció en realidad mucho antes con la fuerza de su significancia en mi existencia. Con una significancia menor o tal vez solamente distinta a la que ella me otorgaba, y a todas luces exigua para ella. Y tan sin proponérselo, ha permitido que yo experimente conmigo. Sin intención, pude descubrir con sus manos surcando mi realidad que era lo que me llenaba. Sus palabras en medio de la oscuridad de esa noche, me sonaron como a un Dejá Vu terrible. Insistió después en que yo sólo era aquello que daba o condonaba, aquello que podía asir de mi existencia. Pero a mi me pareció que era un macabro azar, que yo había sido sujeto de una lobotomía localizada y que ella usaba palabras prestadas por el viento y casi borradas de mi memoria para intentar aferrarme con más facilidad. Tuve el presagio de que aquellas palabras ya me hubieran sido dichas con la misma vehemencia, con la misma dosis de verdad en los labios de sus dueños.

Me doy cuenta entonces que soy eso. El tipo de persona que se puede pensar, pero que no se puede asir. Que sin querer me subo en un pedestal, del que después pido a gritos que me bajen. Que lo poco que muestro y el universo entero que reservo de mi misma, todo lo que con mi silencio escondo, todo lo que no sé siquiera bien que callo, es lo que les permite a los demás imaginarme, realizarme platónica. Y me seduce terriblemente eso, sin saberlo. Y yo, que no necesito ningún pedestal, me equivoco terriblemente al decidir ser para alguien.

Entonces soy como el lienzo sobre el cual las personas tienen la posibilidad de hacer sus ideas imposibles de mujer, reales. Como si fuera la arcilla que se presta para crear el molde perfecto y el fetiche del cual se “enamoran”, con el cual construyen una pseudo-relación que yo considero real.

Me aterra terriblemente verme así, por primera vez, pero entiendo que eso soy. No soy siquiera peligrosa, venenosa ni adictiva, ninguno de esos adjetivos que tanto me gustaría que me definiesen en realidad me quedan. Sólo soy la posibilidad de hacer algo irreal aún más irreal, pero presente. Sólo escojo al creador, solo acierto a decir "quiero ser para esta persona" y equivocarme crasamente al creer que me quieren a mí. Y cuando descubro que quieren a la idea que les permití crear sobre el lienzo de mi inocua existencia, entonces duele... porque yo si me enamoro sin necesidad de usar a nadie como lienzo, o de crear prejuicios o pre conceptos sobre su existencia.

Soy adictiva tal vez únicamente en la medida de que les permito fabricar su emoción. Creer que es intensa, que es imposible, que es algo etéreo y efímero que pueden tener en las manos. Inconscientemente permito esta violación a mis esperanzas, e inconscientemente me deleito en el placer que me representa encontrar alguien que me complete los días con su deseo insatisfecho. Con la posibilidad de ser ventana para observar desde mi existencia la forma más perniciosa de elevarse por el aire. La enajenación misma del acto de mirar y escaparse a través de, ser el mecanismo con el que se huyen.

Me doy, sin embargo el significado que esto podría tener en la vida de estos que me han dibujado, y que luego decepcionados de su propia obra, se alejan. Puede que deteste profundamente esto de ser inasible nada más, de no poder ser querida como algo real que se manifieste, sino como la mera representación de algo que pueden construir. Y lo odio, porque siento que no soy sino algo en blanco que es llenado por los colores, rumores, humores, y pasos de los demás. Pero también he de admitir la belleza dolorosa y terrible que tiene él no ser apreciada por algo que se es sino por las ideas que permito crear en alguien más, así después esa persona se desilusione y con los ojos sin venda y sin creación pueda ver que es lo que soy, y decida retirarse de la malograda intención que se permitió construir y con la que me permitió soñar, con la que me seduje y me confundí.

Descubrí con este experimento, el primero que sin quererlo realmente me permití conmigo, que lo que más conjuga dolor en mis días es la importancia y la significancia que otorgo a ese “creador”, y la utópica creencia que amaría el lienzo en blanco, que no intentaría llenarme de ningún color o humor mi existencia, pero que me ayudaría a crearme a mí misma. Pero, ¿Qué clase de pintor sería el amante de una hoja en blanco? amaría su textura, su capacidad de fijar los colores y las distintas mezclas que usaría para armar su obra, para soñar a través dé, pero no la vacuidad de su hoja, cuando puede ver en el algo que crear. ¿Qué clase de violinista preferiría su violín sin sonido?, si lo que necesita es enajenarse en la música que pueda fabricarse con sus cuerdas...

No soy sino un mecanismo para que las personas crean que pueden tener algo mágico y de sentido, sino total en sus vidas, al menos embotador. Y eso, aunque me duele terriblemente, a los que les permito entrar a mis días les proporciona una noción de belleza indescriptible. De la misma forma en la que convoco al sueño, así mismo convoco a la ilusión pasajera que distrae de la vida diaria. Como le dije alguna vez en broma a la mujer que referencio al principio de este escrito, soy “procastinadora” y “distractora” profesional…

Como resultado de este tonto experimento me siento descubierta, vacía y terriblemente inocua, como si ni siquiera pudiera destruir una burbuja. Me siento torpe: me dejé creer que todos ellos y ellas estaban enamorados de mí y también me enamoré de ese sentimiento. Me dejé seducir. No sé cuanto tarde en creerle a los ojos de otro que me diga que me quiere, sin tener la desconfianza plena y viva de que lo que quiere es la imposibilidad que represento. Por ejemplo…

martes, 13 de diciembre de 2011

Oferta Laboral

Pre- adulta (que no adolescente, que no es lo mismo) de aproximadamente 24 años de edad, no muy bonita pero bien presentada, no muy esbelta, ni muy alta, tampoco muy inteligente pero bastante imaginativa y algo ingenua y soñadora, busca continuidad en el mercado laboral al que ingresó de manera accidentada y del cual no le es posible ni prudente libertarse. Las razones de su no-deserción de este mercado laboral corresponden total e irrefutablemente a la razón. Dentro de sus argumentos se encuentran, por un lado, la imperiosa (que no razonable ni justificable) necesidad de mantenerse con vida, de responder económicamente por ella misma; por otro lado, está la afanosa y tal vez inoficiosa obligación de cancelar mensualmente la cuota de un crédito educativo mediante el cual cursa su pregrado, que aunque no la satisface del todo y del cual al parecer no saldrá con las habilidades requeridas para desempeñarse profesionalmente según el título impreso en el atractivo cartón, debe seguir por ese motor casi invencible y adorado por la actual idiosincrasia mundial, el hábito. Y por último, el pago a término del crédito adquisitivo mediante el cual adquirió su vicio más pernicioso, y del cual aún no ha encontrado la manera de curarse, aunque dicho vicio no interfiere de manera directa ni perjudicial para las labores que se le asignen.

Conocimientos básico-medios de contabilidad empresarial, esto es, la competencia necesaria para ser menos que una asistente contable, pero más que una secretaria. Lectora asidua y frecuente de cuentos y relatos cortos, en especial aquellos de autores pertenecientes al movimiento conocido como Boom Latinoamericano, esto es: Cortázar, Horacio Quiroga, Luis Borges, García Marqués, entre otros. También gusta de cualquier clase de lectura que no pretenda orientar su comportamiento y/o patrón de relaciones interpersonales (pero si su pensamiento, percepción y perspectiva de la realidad). Sin embargo, pido que no se dejen deslumbrar por esta última referencia, ya que como bien se indica en las primeras líneas de esta oferta, no se trata de una persona muy inteligente, ni tampoco muy culta. Persona falta de atención al detalle, pero con gran capacidad de síntesis, lo cual quiere decir que le es posible resumir un texto de 45 páginas en una muy bien redactada página, pero no tiene la habilidad de recordar una solicitud oral o escrita de menos de cuatro o cinco palabras por más de 10 minutos. Poca retentiva numérica, pero buen manejo de cálculos y cuentas necesarias para el apropiado manejo de la empresa, que no para su óptimo funcionamiento.

Persona sensible e instintiva, pero no necesariamente intuitiva. Alto sentido de la estética cinematográfica, literaria, lírica y musical, pero dichas facultades le han resultado inútiles, incluso en sus relaciones interpersonales o extra laborales. Por lo tanto, son nombradas acá con intención meramente informativa (a menos que el empleador encuentre útiles a sus efectos tales pseudo-talentos). Su habilidad comunicativa es amplia, si bien no es una persona que inicie fácilmente una conversación, tiene la competencia necesaria para continuarla, resultando un elemento bastante útil como distracción (¿constructiva?) dentro de cualquier compañía. Habilidades medio-altas en el idioma inglés, lo que significa que es posible sostener una conversación de 5 minutos sobre temas generales, traducir de manera general textos y audios, pero no es posible brindarle instrucciones precisas telefónicamente. Su adicción le brinda un manejo óptimo de las herramientas ofimáticas, y de aplicaciones tales como Microsoft Office y aplicaciones destinadas a desarrollar labores secretariales.

En el desempeño diario de sus labores le es imprescindible la existencia de música, a fin de controlar el estrés, ya que no es muy hábil para manejar las situaciones de gran presión, y se irrita y/o estresa fácilmente. Es una persona diestra, esto es, que escribe con la mano derecha; Sin embargo, a diferencia de la masa homínida, no tiene su corazón alineado sobre el eje izquierdo del cuerpo, sino sobre su eje derecho. Es por lo cual que a menudo suele cometer errores al escribir, redactar o diligenciar formularios. Para reparar este imperfecto, las habilidades de su mano izquierda se centran en la identificación, corrección y solución de errores, cualidad nada apreciada hasta el momento.

Persona interesada en iniciar su jornada laboral lo más temprano en la mañana posible, con el fin de poder apreciar de cuando en vez el deleite del sol apagándose.

Se incluye esta información por estos medios virtuales, dado que es imposible adjuntar una descripción honesta y aceptable en un Curriculum vitae normal.

domingo, 27 de noviembre de 2011

Deseo perdido

Quiero besarte hasta que se me desgasten los dientes, ponerme un poco ebria entre tu cabello y porque no, jugar a hacer un poco de trazos con figuras semióticas en tu memoria.  Traficar con palabras para ver si puedo ofrecerte un poco de perspectiva a lo que comúnmente estas acostumbrada… ¿Qué tal si me enseñas un poco del cinismo de tu piel para el día de hoy? ¿Qué tal si nos olvidamos de los nominalismos que nos amarran a emociones a veces tan muertas y tan frías? No, no es tan complicado, ven y no te enredes… déjame compartir ese café tibio en la punta de mi lengua contigo y descubrir un nuevo lugar para estar entre tus dedos, un nuevo tacto en la base de mi cuello. No, no tengas tanto miedo, no te compliques, no te amarres, no la sueltes si no quieres y no me amarres, compartamos este vasto instante, leamos un poco de líneas y pongámosle un sentido aleatorio, circunstancial y causal, pintemos algo de música y saudade, inventemos un idioma verbal, un idioma diáfano. Sólo seamos, déjame estar al pie de tu silencio, solo déjame plagiar un par de tus miradas y tus olores para volverlos cuento, para volverlos historia, para inventar las razones de esa profundidad en tus pupilas, de esa superficialidad, razones para mi reflejo en tus pestañas. Lo que necesito es tu esencia, tus ideas, un poco de tus labios, ven que no te encerraré en medio de un sentimiento caótico, quiero descubrirme en ti y que mi desnudez te descubra.

miércoles, 5 de octubre de 2011

Plagio

Quiero verme envuelta entre tus signos tríadicos, duales y planos, complejos y voluptuosos y caer presa en tus ardides de significado; quiero ser abducida e interpretada por tus manos de aire, quiero ser construida por las conjeturas que tu cabello gitano haga sobre mí.

domingo, 25 de septiembre de 2011

Procuro nunca decir que no voy a ser yo, porque por lo general soy yo. Por lo general soy a la que se le apaga la mirada, la que buscando que brille de nuevo mira a otra luz, que a lo mejor puede ser de neón. Pero no entiendo esto que pasa ahora por mi cuerpo. Y digo cuerpo porque hablar del alma o del volátil corazón no me parece apropiado para este temblor que me parece tan terreno, tan estable y tan desconcertante. Y me veo asustada. “Todo lo soporta el miedo” decía una desacertada canción, y cuando califico de esta manera una de mis canciones favoritas es porque en la simpleza de esta frase se evidencian dos caras de una maldita misma moneda con la que nos jugamos el azar de vivir que nos correspondió a cada uno, o más bien, la manera errada en la que estamos aprendiendo vivir, al azar.

El miedo me obligaría a alejarme, como lo pretendí subconscientemente desde el principio. Con pasos delicados, fingir hacerme a un lado del Karma que quiere envolverme. Pero miento, nunca podría, ya no podría. Es más, la pregunta que debe hacerse aquí es si pude hacerlo en algún momento. Y allá la vocecita fisgona e indiscreta me da su respuesta malvada. Como también me da la respuesta a esa pregunta la forma atroz en la que mis vísceras pretenden huir cada que su aroma amenaza con doblar la esquina de la calle para encontrarme. Pero en fin. No lo hice, no huí, que es lo que importa. Y por otro lado, el miedo, fantástico el, incierto, caótico, tan detestado pero deseado al tiempo. Y no sé qué hago pisando sus pasos. ¿Qué se supone que se debe hacer cuando se tienen emociones tan contradictorias? ¿Qué acciones se toman cuando se es víctima de un invento del cual no se sabía el resultado?

La experimentación… con qué facilidad se dice que perder por aprender, por conocer, no es perder. Pero yo digo que se pierde uno mismo en la información nueva que hay involucrada en el acto mismo de sentir, de sentirse, de sentirla. Yo digo que no hay sentido de la incertidumbre si esta te obliga a transformarte en algo que causa más miedo que placer; no hay sentido en el figurarse inasible con el fin de mantener una emoción proveniente de un caos volátil y que es en sí mismo  fortuito; no hay que buscarle porqués a las expresiones tangibles de las emociones, cómo si el delito supremo fuera la plusvalía del sentimiento. Incertidumbre, claro… cómo si los humanos pudiéramos con eso. Cómo si las mujeres pudiéramos con eso. La futilidad del juego con el que se pretende ser libre no es más que una entrega sumisa y solapada, cómo dice Cortázar. No importa cuánto me diga a mí misma que si voy a ser yo, que mi libertad trata e intenta con firmeza ser incondicional para mí y que no me dejará perderme en sus cabellos, en sus ideas, porque en el fondo esa libertad no es más que una prostituta que se vende al mejor postor, una maldita desgraciada que se transforma y me abandona a mi suerte de entrega al primer viento de cambio. Y una libertad, contradictoriamente, no debe ser volátil para ser tal. Debe permanecer como la atalaya contra las entregas, las susceptibilidades, las comuniones de ideas que encadenan, las conformaciones casi involuntarias de futuros inciertos pero cursis. Esa libertad protectora, de la que tanto me ufanaba poseer, es precisamente de la que carezco. Poseo apenas un albedrío, que a la larga ni siquiera se usar para no parecer más que vulnerable y seducible.

Por eso ahora estoy perdida. Porque me encontré con otra libertad que sí es fiel, que no se vende, que siente sin dejar su quid, no como yo. Que es como el caos que necesitaba Nietzsche para hacer su estrella. Y esa libertad fue más que suficiente para doblegar la mía, la que es tan volátil como el humo cancerígeno que liberamos del cigarrillo.  Y esta vez, no fui yo. No fui yo la que se cansó del nimio juego. Solicitaría más tiempo, de ser posible, pero esto fue como el chicle que mastica con ansías la niña de 7 años: fue tanta su agitación violenta por arrancarle el sabor, que ahora que sólo es un pedazo de caucho, lo único que se puede hacer es desecharlo.